sábado, 7 de abril de 2012

La Ascesis.

La primera fase en la senda luciferiana es conseguir abrir las nueve puertas. Pero esto no es suficiente por sí mismo para el cambio radical que nos proponemos. Para ello es necesario continuar con la segunda fase, la cual consiste en conectar con la Fuente. Esta es la que nos permitirá acceder a los recursos vitales para entrar en la tercera fase. Esta última etapa es, ahora sí, la que conlleva o implica la verdadera transformación profunda del ser. Dichas tres fases, aunque se descubren de forma secuencial, han de ser practicadas al final de forma integrada, constituyendo un todo dentro del devenir en la senda luciferiana.
Cada ser humano genera de forma contínua, a partir de su propia energía psicovital personal, un campo morfoelectromagnético que determina el mundo o realidad psicobiofísica en la que habita. Este campo se crea, en sus cimientos o estructura básica, de forma innata a raiz de la herencia genética de la especie. Luego cada individuo lo matiza o caracteriza en función de su experiencia personal y cultural, de manera similar a como cada cual redecora interiormente su cuarto o la casa en la que vive.
Este campo o patrón morfogenético es equivalente a esa caja en la que habita el yo personal, tal como mencionamos en una entrada o ficha anterior. Se podría decir que es otra manera de denominarla. Sólo que ahora matizamos que se trata de una realidad no sólo psíquica sino que incluye o implica también la realidad total, es decir la percepción de lo que denominamos mundo material. Este mundo material en el fondo no es sino un campo morfoelectromagnético heredado y modificado singularmente a lo largo de la experiencia vital.
A su vez todos los campos morfoelectromagnéticos vitales individuales se hallan entrelazados en una madeja de campo o fluido psicoelectromagnético global, constituyendo la realidad planetaria aparente, es decir la realidad sólida o física que es como percibimos y denominamos al mundo.
Pues bien, esta matriz psicobiomorfoelectromagnética colectiva o global es lo que en la moderna ciencia ficción se ha denominado la Mátrix, en la antigua filosofía helénica era conocida como la Caverna de las Sombras, y en la senda luciferiana sería una realidad que envuelve al Reino de las Sombras, es decir que le da soporte psicobiofísico.
Esta Mátrix es una magnetoesfera de campos psicobiomórficos en contínua transformación espacio-temporal. Sin embargo mantiene un patrón permanente que fija la realidad existencial de los seres que en ella viven aprisionados. Tan sólo con la muerte del cuerpo se produce una distorsión de la Mátrix o Mátrix alternativa. Pero en ambos casos la conciencia se halla supeditada a realidades condicionadas por su propia naturaleza o estado ontológico personal. 
Hemos expresado en fichas anteriores que el fin de la senda de las nueve puertas es permitir al ser humano rebasar los límites del Reino de las Sombras. Por ello en este momento de los cuadernos luciferianos hemos de pasar a explicar un nuevo concepto ineludible si deseamos transitar el camino o vía luciferina de una forma práctica, efectiva y empírica. 
Para avanzar en la Senda es preciso, entre otras muchas cosas, emplear una estrategia que podemos denominar de Ascesis. Sin implementar un plan de Ascesis es sumamente difícil, por no decir casi imposible, avanzar de forma fehaciente en ninguna senda de verdadera autotransformación. Podemos fantasear con pensamientos iniciáticos, rondar ideas espirituales transmutadoras, elevar nuestro sistema de creencias, descubrir rincones y facetas del yo personal e incluso suprapersonal ... pero sin un trabajo ascético será como construir un castillo de naipes que apenas se sostendrá un momento para derrumbarse ante cualquier ligera brisa. 
Cada ser humano se halla habituado a vivir dentro de su mátrix personal o realidad biopsicomorfoelectromagnética. Esta mátrix constituye nuestra realidad consciente y perceptiva (sensorial), resultando en nuestro mundo conocido, un mundo o área de confort construido con nuestras rutinas y nuestro sistema de creencias (hábitos psicofísicos). Aunque la realidad en que vivamos pueda resultar insatisfactoria e incluso destructiva en algunos casos, dificilmente tenemos posibilidad de escapar a ella, aunque por supuesto puede y es modificada dentro de ciertos límites por nuestra acción volitiva. 
La mátrix personal puede ser cambiada en su decoración sin límite alguno. Podemos pintar las paredes del color que deseemos, así como su mueblario, sus adornos, su luz, etc. (por supuesto esperamos se entienda la alegoría) Así en el mundo hay realidades vitales de todo tipo, con ilimitados matices y posibilidades existenciales. Hay por ello vidas humanas para todos los gustos, como si fuera un teatro con infinitos papeles. Pero eso sí, no está permitido abandonar la Mátrix colectiva. 
Este campo morfoelectromagnético es una estructura psicosensorial sumamente sólida, arraigada en los mismos genes de los que estamos constituidos. Por ello no puede ser rebasado sin una acción profunda que cambie la génesis del Campo desde su raíz. Y de aquí la necesidad de una ascesis que nos desconecte de las amarras que nos sujetan a nuestra realidad de confort o mundo cotidiano.
La ascesis no libera por sí misma de la Mátrix morfoelectromagnética, pero nos lleva hasta sus límites, nos conduce cuando es rigurosamente practicada hasta su frontera. Eso sí, siempre y cuando esta ascesis sea combinada con la senda lucifera u otra vía iniciática iluminadora coherente y estructurada. 
No comenzar una ascesis sin sentido. Si no tenemos claro lo que queremos hacer o el estado que queremos lograr será quizá mejor no iniciar nada. La ascesis ha de llevarse a cabo en función de la comprensión personal y no impuesta por otros o simplemente por imitar a otros. La ascesis, más que ir en contra de lo que no queremos, debe ser una manifestación de lo que sí queremos. No debe consistir en una negación de nuestra naturaleza actual, sino en una afirmación de nuestra naturaleza superior potencial. La ascesis pretende una liberación del yo personal, para que pueda transformarse y llegar a conectar con el yo transpersonal.
Toda ascesis debe abarcar dos vertientes: la psíquica y la física. La primera implica todo lo relacionado con el pensamiento y la segunda con el cuerpo. Pero ambas comparten una participación emocional que da sentido, fuerza y orientacion a la ascesis.
Ascesis devocional o psíquica: consiste en mantener un estado elevado de conciencia, enfocada en la presencia del ser, no permitiendo que la atención sea atrapada por vibraciones (pensamientos/emociones) de baja naturaleza (relativos a la cotidianeidad con sus preocupaciones, fantasias, distracciones ....)
Ascesis corporal: rigor físico mediante la trascendencia de ciertos placeres y hábitos rutinarios (alimentarios, sexuales, evasivos,etc) y la práctica de ciertos ejercicios y disciplinas endurecedoras del cuerpo. No consiste en caso alguno en autocastigos o penitencias, como a veces se ha malentendido, sino en la aventura de ensanchar los límites y posibilidades de nuestra realidad biológica.
La ascesis se puede practicar en momentos fijos determinados, tal como se realiza en la mayor parte de las religiones, mediante pautas previamente establecidas secularmente por otros. O bien puede llevarse a cabo en módulos de tiempo cada vez mayores, hasta abarcar casi la totalidad existencial, como es habitual en las vías místicas e iniciáticas. Pero no hay que confundir la ascesis luciferiana con la que pueda ser practicada en la mayor parte de las religiones. En cualquier caso la ascesis es una herramienta que complementa la senda de las nueve puertas, no una obligación o mandato imperativo, por lo que puede ser suspendida durante las excepciones que marque nuestro criterio individual.
La ascesis psíquica va refinando la vibración del pensamiento, así como la vibración de las emociones. Dicha ascesis conlleva abstenernos de pensamientos distractores referentes al mundo cotidiano y sus afanes y ensoñaciones. Pero también implica el proceso de pensar respecto a nosotros mismos, absteniendonos de pensamientos que nos malcalifiquen, nos culpabilicen o nos censuren. Lo que pensamos y sentimos afecta a nuestro cerebro y por añadidura a nuestro sistema inmunológico, es decir nuestra realidad biológica interior. Por ello es indispensable fijemos nuestro pensamiento en una alta valoración de nosotros mismos y nuestras posibilidades en múltiples áreas. Asimismo debemos trasladar nuestro enfoque conciencial desde el yo personal al yo traspersonal con sus ilimitadas potencialidades.
La ascesis física conlleva tanto prácticas físicas controladas como nuevas pautas vitales y alimentarias. La finalidad es igualmente romper con los hábitos y rutinas que conforman nuestra realidad física y biopsíquica de confort. Mediante pequeñas transformaciones ascéticas podremos avanzar hasta los bordes o límites biofísicos de nuestra mátrix personal. Esta ascesis física ha permitido a múltiples escuelas iniciáticas y sendas místicas experimentar percepciones distintas de la realidad ordinaria. A veces incluso posibilita momentos contemplativos extáticos y en algunos casos visiones paranormales de todo tipo. Sin embargo no es esto lo que buscamos en la senda de las nueve puertas, sino que se persigue una transformación de mayor nivel que abarque un cambio permanente del paradigma de la realidad. Y este sería el sentido auténtico de toda ascesis.
Pero es preciso aclarar bien que la ascesis no debe entenderse ni practicarse como una negación o represión, lo cual ha sido un error habitual en la historia. La ascesis es, como su nombre indica, una elevación o ascensión, referida a nuestro enfoque vibracional y nuestra atención. La ascesis tiene comopropósito enfocarnos en algo elevado a lo que aspiramos, para asì romper nuestros lazos rutinarios con la telaraña de lo cotidiano absorvente. La ascesis debe consistir por tanto en enfocarnos en  lo que queremos y no en lo que no queremos. Enfocarnos con continuidad diaria en nuestro objetivo superior.
La ascesis psíquica tiene así como finalidad primera mantener una orientación espiritual o trascendente en la vida cotidiana, rediseñando el yo personal. Pero también como segunda finalidad, no menos importante, se pretende el dominio de nuestro psiquismo. Desde el punto de vista luciferiano el psiquismo es como un animal muy poderoso que forma parte esencial de nuestra naturaleza, aunque sin embargo no somos conscientes de su extensión e influencia en nuestras vidas, pues posee inmensas áreas que permanecen desconocidas. Y este animal interior que es el psiquismo debe ser domesticado, para que así su poder inmenso pueda ser utilizado de forma consciente y práctica en la senda de las Nueve Puertas o cualquier otra senda de liberación.
La ascesis física no supone la práctica de penitencias de abstención, castigo o negación. Supone en cambio el enfoque en metas físicas que van más allá de nuestro confort rutinario. No implica una autoprivación de placeres del comer, el sexo o cualquier otra distracción o relajación. Pero sí implica romper con las actitudes adictivas o compulsivas de estos mismos placeres, lo que es más cotidiano y presente en nuestras vidas de lo que creemos.Además por supuesto cualquier vicio o adicción es una cadena compulsiva. Y sí que se trata de ir claramente más allá de esto, pero no por negación de lo que forma parte de nuestros hábitos, pues eso sería una mera actitud represora de escasa o perjudicial repercusión. Se trata de afirmar aquello que sí queremos y es nuestra meta. Siempre la estrategia consiste en enfocarse en lo que se desea conseguir en vez de en lo que se desea dejar, pues aquello en lo que nos fijamos es adonde van nuestras energías. Por eso, por ejemplo, no se debe enfocar uno en lo que se desea dejar de comer sino en lo que sí se quiere comer o bien en el ayuno, llegado el caso. Debemos dirigir la atención al estado que deseamos, nunca enfocarla en lo que no deseamos o deseamos abandonar. 
El cuerpo tiene innumerables adicciones que forman parte de nuestra rutina y no somos bien conscientes de muchas de ellas. Tenemos que tener presente que el cuerpo es importante para cualquier senda de liberación, ya que cuerpo y mente se hallan más unidos de lo que suponemos. Ambos funcionan con energía electromagnética. Uno da soporte a nuestros órganos biológicos y la otra da soporte a nuestro psiquismo, sin embargo ambos se hallan entrelazados y forman un todo. El cuerpo hay que preservarlo y por ello ninguna ascesis debe dañarlo, pero sí debe ser controlado al igual que la psiquis, pues esto nos será sumamente necesario en nuestro caminar a través de la senda luciferiana. Por ello la finalidad de la ascesis es el conocimiento y control a fondo del cuerpo y la psiquis, de forma que puedan sernos útiles en nuestra meta trasformadora. La ascesis nos permitirá descubrir y tomar conciencia de todo aquello que constituye nuestra naturaleza y de lo que en su mayor parte somos inconscientes. Por ello es imprescindible, en nuestra estrategia para salir del Reino de las Sombras, la práctica ascética o ascesis consciente liberadora.
Así, siguiendo una vía  luciferiana que implique también una ascesis consciente, el cuerpo y la mente cambian su estado vibratorio habitual, alterando por ello la matriz psicobioelectromagnética personal, que nos mantiene prisioneros sensorial y psíquicamente de la Mátrix del mundo cotidiano o realidad mundana. Esta Mátrix global es una especie de fluido morfobioelectromagnético que se extiende sin límite, ya que sus bordes pueden ser ensanchados por quienes la habitan conforme se reproducen y se expanden. De esta manera todos vivimos, desde que nacemos biológicamente, sumergidos en este océano o fluido morfobioelectromagnético. Según las viejas religiones nos han transmitido, tan sólo los dioses tienen la potencialidad de navegar a voluntad a través y más allá de este fluido cósmico que conforma la realidad ordinaria del mundo. Este fluido conformante del campo de la cotidiana realidad es nuestro hábitat pero también nuestra prisión. Comenzar a descondicionarnos o liberarnos de este ultra o meta fluido morfoelectromagnético, en el que nos hallamos inconscientemente inmersos, exige una ascesis, o sea, una condición primordial de devoción y penitencia según el tradicional lenguaje. Ascesis psíquica y ascesis física son los amigos de viaje de todo peregrino iniciático luciferiano, tal como los dos canes o los dos lobos míticos que acompañan a todo viajero de la conciencia que pretenda traspasar los límites o portales del Reino de las Sombras.
Si transformamos nuestra matriz morfoelectromagnética es posible llegar al umbral de la Mátrix de la realidad ordinaria, lo que conlleva la oportunidad para lograr la apertura de puertas que permiten contactar con inteligencias fuera de la mátrix, así como con la Fuente espiritual profunda de la realidad genuina.
En los límites de la Mátrix global, en la frontera de su campo morfoelectromagnético, podemos interactuar con otros seres que no se hallan aprisionados en la matriz biológica en que nosotros estamos atrapados. Pero este es ya otro tema, de cuya naturaleza se hablará en fichas más avanzadas de futuros Cuadernos Luciferianos.
En resumen, la ascesis en las Nueve Puertas es una afirmación de nuestra naturaleza desconocida potencial, nuestra naturaleza divina dormida. Y es ahí donde debe ser enfocada nuestra atención.

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