martes, 31 de enero de 2012

Quien tiraba los aviones en la guerra? De elementales y Gremlins

Los gremlins son criaturas traviesas propias del folclore inglés. La palabra gremlin se origina en la jerga de la Real Fuerza Aérea Británica (RAF, por sus siglas en inglés) para designar a las criaturas responsables de sabotear los vuelos de la Fuerza Aérea durante la Segunda Guerra Mundial, especialmente los vuelos de las Unidades de Reconocimiento Fotográfico (PRU) y otros accidentes inexplicables. Algunos llegaron a pensar que estos seres simpatizaban con el enemigo; sin embargo, los reportes de accidentes y problemas mecánicos similares en las fuerzas aéreas enemigas desmentían esta creencia.
Una de las primeras referencias de estos seres apareció publicada el 18 de abril de 1942 en el número 13 de la Royal Air Force Journal donde Hubert Griffith explica que la existencia o creencia en los gremlins se remonta a la I Guerra Mundial. Existe también un poema publicado el 10 de abril de 1929 en la revista Aeroplane que también circuló en el Royal Air Force Journal donde describen a los gremlins más o menos como sigue:
Cuando vueles alto en el cielo
(hay un infierno de soledad)
con sus cincuenta grados bajo cero,
algo que no es precisamente cálido,
cuando te pongas morado de tanto frío
y te asustes de cualquier cosa.
Cuando te encuentres en medio de la nada
y no te quede más que tragar saliva
es entonces que verás a los Gremlins
verdes, rosados y dorados
machos, hembras y neutros
Gremlins jóvenes y viejos.
No trates de esquivarlos
las lecciones que hayas aprendido
no te servirán para evadirlos.
Aunque corras, te escondas o los confrontes
los Blancos, te desviarán
los Machos, te perderán
y los Verdes te destrozarán.
Las Hembras revolotearán sobre tu cabeza
los Rosados bailarán encima de ti,
y hay un Gremlin redondo que danzará a tu alrededor.
Congelarán los disparadores de tu cámara
Morderán los cables de tus controles
Doblarán, romperán, destrozarán
pincharán tus neumáticos.
Ese es el cuento de los Gremlins

Algunos investigadores llaman gremlins a ciertas especies de titís –unos pequeños primates–, por su comportamiento travieso y su parecido con las criaturas que protagonizaron la famosa película producida por Steven Spielberg. Sin embargo, poco tienen que ver estos monitos de apenas 30 cm de altura con los seres que inspiraron el filme. Durante la Segunda Guerra Mundial, los pilotos de la RAF se percataron de que a veces ocurrían inexplicables averías en momentos inoportunos. Concluyeron que éstas sólo podían ser obra de gremlins, unas criaturas legendarias que disfrutan, por ejemplo, desviando el martillo hacia un dedo cuando se clava algo. Según la tradición anglosajona, cada casa alberga uno de estos espíritus de las herramientas.

El Gremlin es un ser mitológico de la cultura Sajona, el cual se le conoce por ser malévolo, y sin piedad alguna.
Los Gremlin generalmente las describen como criaturas pequeñas y horribles, las cuales solo salen de noche, por que odian la luz solar, son pocas las historias que tratan sobre esta criatura, pero se conoce la mas famosa de todas, y que tuvo que ver con la Royal Air Force, en la segunda guerra mundial. Ya la conte al principio ok? Pero va de nuez....
Los Gremlins son conocidos por sabotear aparatos o maquinas, en la segunda guerra mundial los aviones de Royal Air Force normalmente sufrían problemas con los motores o algún controlador y por esto se producía muchos accidentes sin explicación alguna, lo mismo que pasaba en el otro bando, así que descartaron la posibilidad de que era un arma enemiga lo que hacia ocasionar los daños en los aviones,los pilotos empezaron a comentar de la causa de esos daños eran de animales que en las noches se metían a los aviones y los dañaban internamente, ahí fue creciendo el mito de los Gremlis, y este fue el inicio de su fama, ya que después de esto, se hicieron algunas películas sobre estas criaturas y también series como “La dimensión desconocida” o “los Simpson”.

La pelicula de los gremlimns y el mito....(bormenado sobre gremlimns)
Todos hemos tenido alguna vez la tentacion de mirar bajo la cama. Siempre que sintaís esta tentación, debéis intentar evitarla a toda costa. Esta acción suicida puede llevarnos a un desafortunado final...encontrarnos con el temible morador de la oscuridad de debajo de las camas de todos los habitantes del planeta (excepto de la de Chuck Norris). Si sucumbís a esta tentacion, os encontrareis cara a cara con el mas terrorifico ser existente, el Gremlin.
Un gremlin es la evolución del mogwai(evoluciona comiendo tras la media noche,su evolución es mucho más cabron que el mogwai)son animales bastante cabrones que se dedican a destrozar cosas y putear a la gente(vamos,delincuencia juvenil)se sienten identificados con Blancanieves,por eso es la película favorita de todos los gremlins,no tienen sexo,se reproducen con el agua(les entra ardor y empiezan a salir disparados sus hijos que siempre son aún más cabrones que el padre)
Historia
Los gremlins llevan en la tierra más de 200.000.000 años estaban situados principalmente en China.


Lo que usted está por leer está basado en testimonios reales. En San Juan dicen que un joven encontró un duende, pero se le escapó. Incluso esta un video. Les comento un poc la historia.

Ariel Fernández (31), que vive en el Lote Hogar 38, en Chimbas, dice haber atrapado y retenido a un duende en su casa, pero el gnomo huyó y sólo le quedó como prueba una foto sacada con celular.

Según la fantástica historia que cuenta Fernández y que publica Diario de Cuyo, el duende escapó porque el joven que lo encontró lo dejó salir un rato el miércoles pasado y al otro día no lo encontró.

Según varios testimonios de la localidad, el personaje de cuentos mide entre 30 y 35 centímetros de alto, tiene orejas puntiagudas, camina de costado, e impresiona tanto que da miedo. Además dicen que gruñe y que de noche pega unos alaridos tan fuertes que se escuchan en todo el barrio y los perros se enloquecen.

Pero hay algo aun más increíble. La gente tuvo que pagar para poder verlo, entre 5 y 50 pesos.

El diario sanjuanino relata que una veintena de personas consultadas aseguró haberlo visto. Todos fueron entrevistados por separado y la descripción que hicieron del supuesto duende fue exactamente la misma.

Por más fantástica que sea la historia, la localidad de Chimbas será recordada por la aparición y escape del duende sanjuanino.

Lo verdadero es que dichos seres que tiraban los aviones en la guerra, historia de la cual creo existe un cuento de terror, no son mas que los llamados elementales.

 PENSAMIENTOS SOBRE LOS ELEMENTALES
Helena Blavatsky
Quien estas líneas escribe, ha dedicado años enteros al estudio de estos seres invisibles
–y por completo insensibles– llamados por varios nombres en todos los países bajo el sol, y
conocidos con el genérico de espíritus. Sólo la nomenclatura aplicada a estos naturales de
las esferas por la iglesia Católica –buenos o malos– no tiene fin..La gran cronología de sus
nombres simbólicos, es un estudio. Abrid cualquier relato de la creación en el primer
Purâna que os venga a la mano, y mirad la variedad de apelaciones conferidas a estas
criaturas divinas y semi–divinas (producto de dos clases de creaciones: la Prakrita y la
Vaikrita o Padma, la primaria y la secundaria), evolucionadas todas del cuerpo de Brahmâ.
Solamente el Urdhwasrota 1 de la tercera creación abraza una variedad de seres con
características e idiosincrasias suficientes para el estudio durante toda una vida.
Lo mismo sucede con los relatos egipcios, caldeos, griegos, fenicios o cualquiera otros. Las
huestes de estos seres son innumerables. os antiguos paganos, in embargo –y especialmente
los neoplatónicos de Alejandría–, conocían lo que creían, y distinguían sus diferentes
órdenes. Ninguno los consideraba bajo el punto de vista sectario como lo hacen las iglesias
cristianas. Se ocupaban de ellos, por el contrario, con un conocimiento mucho mayor, pues
hacían una distinción mucho más acertada de las diferentes naturalezas de estos seres, que
los Padres de la iglesia lo hicieron nunca. Con arreglo a la línea de conducta que estos
últimos se habían trazado, todos los ángeles que no habían sido reconocidos como
servidores del Jehovah de los judíos, eran proclamados demonios.
Los efectos de esta creencia, más tarde erigida en un dogma, los encontramos ahora
afirmándose en el Karma de los muchos millones de espiritistas educados y mantenidos en
las respectivas creencias de sus iglesias. Aun cuando un espiritista se haya divorciado hace
mucho tiempo de las creencias teológicas y clericales; aunque sea un cristiano liberal o
antiliberal, un deísta o un ateo, que haya sabiamente rechazado toda creencia en los
demonios, y que demasiado razonable para considerar a sus visitadores como ángeles
puros, haya aceptado lo que crea un justo término medio, sin embargo, no reconocerá a
otros espíritus que los de los muertos.
Este es su Karma y también el de las iglesias colectivamente. En las últimas, es natural un
fanatismo tan obstinado y un tal prejuicio: es su regla de conducta; pero en el espiritismo
libre, es imperdonable. No puede haber dos opiniones sobre este asunto.
Tiene que ser, o la creencia completa o la absoluta incredulidad en los espíritus. Si un
hombre es escéptico y descreído, nada tenemos que decir; pero una vez que cree en los
fantasmas y espíritus, cambia la cuestión. No hay hombre ni mujer que esté libre de todo
prejuicio y de ideas preconcebidas, que pueda creer que en un infinito de vida y de ser
–digamos sólo en nuestro sistema solar–, que en todo este espacio sin límites, en el cual los
espiritistas sitúan su Paraíso 2, haya solamente dos ordenes de seres conscientes: los
hombres y sus espíritus, mortales encarnados e inmortales desencarnados. El futuro guarda
para la humanidad extrañas sorpresas, y la Teosofía, o más bien sus partidarios, serán del
todo vengados en días no muy lejanos. No hay por qué tratar de una cuestión que ha sido
tan discutida por los teósofos, y que solamente ha acarreado oprobio, persecución y
enemistad a los escritores. Por lo tanto, no nos saldremos de nuestra senda para decir
mucho más. Los elementales y los elementarios de los kabalistas y teósofos, han sido
suficientemente ridiculizados. Desde Porfirio hasta los demonologistas de los siglos
pasados han aportado hechos tras hechos y han aglomerado pruebas sobre pruebas; pero
con tan poco efecto como el que pudiese tener un cuento de hadas relatado a niños.
Raro libro, en verdad, el del vicio Conde de Gabalis, inmortalizado por el Abate de Villars,
y traducido y publicado ahora en Bath. Aconsejo a los que tengan inclinaciones
humorísticas, que lo lean y reflexionen sobre él. Doy este consejo con objeto de hacer un
paralelo. La que estas líneas escribe, lo leyó hace años y lo ha vuelto a leer ahora con más
atención aún que la primera vez. Su humilde opinión con respecto a la obra, si a alguien le
importa saberla, es que se puede buscar durante meses, sin encontrarla nunca, la
demarcación entre los Espíritus de las secciones espiritistas y las sílfides y ondinas de aquel
satírico francés.
Hay algo que suena de una manera siniestra en los sarcasmos joviales y en las chanzas de
su autor, quien a la vez que señalaba con el dedo del ridículo lo que era creencia suya, tenía
probablemente el presentimiento de su propio y acelerado Karma 3, bajo la forma del
asesinato.
La manera con que presenta al Conde de Gabalis, es digna de atención: “Cierto día me
asombré al ver entrar a un hombre de una apostura de las más dignas, quien saludándome
gravemente, me dijo en francés, pero con acento extranjero: –Adora, hijo mío, adora al
Dios más grande de los Sabios; y no te llenes de orgullo porque envíe a ti uno de los hijos
de Sabiduría para convertirte en un miembro de la Sociedad y hacerte participar de las
maravillas de la Omnipotencia”4 .
No hay más que una contestación que dar a aquellos que, haciendo hincapié en obras
semejantes, se ríen del Ocultismo. Servitissimo la da con enojada frase en su introducción
Cartas a mi Señor en la obra arriba nombrada. “Yo lo hubiera persuadido (al autor del
Gabalis) de que cambiase por completo la forma de su obra –escribe–, pues esta forma
burlona de llevarla adelante no me parece propia del asunto. Estos misterios de la Kábala
son cosas serias que muchos de mis amigos estudian muy seriamente;… los brujos son
ciertamente demasiado peligrosos para ser tratados en burla”. Verbum sat sapienti.
Son peligrosos sin duda alguna. Pero desde que la historia empezó a registrar pensamientos
y hechos, media humanidad se ha burlado de la otra media, ridiculizando sus más caras
creencias. Esto, sin embargo, no puede cambiar un hecho en una ficción, ni tampoco
destruye a las sílfides, ondinas y gnomos de la Naturaleza, si los hay; pues estos últimos,
ligados con las salamandras, podrían destruir a los incrédulos y perjudicar a las compañías
de seguros, a pesar de que éstas creen menos en las salamandras vengativas que en los
incendios causados por casualidad y por accidentes.
Los teósofos creen en los espíritus tanto como los espiritistas, pero creen que son tan
diferentes en sus variedades como las tribus haladas en el aire. Hay entre ellos halcones
sanguinarios y murciélagos vampiros, así como hay palomas y ruiseñores. Ellos creen en
ángeles, porque muchos los han visto “… a la cabecera del enfermo, ¿De quiénes eran la
voz tierna Y los pasos silenciosos? En donde los corazones afligidos destilaban como el
sauce Vagaban ellos entre los vivos y los muertos”.
Pero no eran éstas las materializaciones con tres dedos en los pies de los modernos
médiums. Aun cuando nuestras doctrinas fuesen todas pasto para las chanzonetas de un
Villars, esto nada probaría en contra de las pretensiones de los ocultistas de que sus
enseñanzas son hechos históricos y científicos, cualquiera que sea la forma con que se las
presenten al profano. Desde que comenzaron a reinar los primeros reyes por la gracia de
Dios, han pasado innumerables generaciones de bufones, nombrados para divertir
Majestades y Altezas; la mayoría de estos despreciados individuos tenían más sabiduría en
el fondo de sus gibas y en la punta de los dedos, que todos sus reales amos juntos en sus
vacíos cerebros. Solamente ellos tenían el privilegio inestimable de decir la verdad en las
cortes, y estas verdades han sido siempre causa de risa …5. Esta es una digresión; pero
obras tales como la del Conde de Gabalis, tienen que ser analizadas despacio, y mostrado
su verdadero carácter, pues de lo contrario se las haría servir como martillo de fragua para
pulverizar aquellas obras que no toman el tono humorístico al hablar de cosas misteriosas,
ya que no sagradas del todo, y que dicen lo que es del caso. Se asegura de la manera más
positiva que se dicen más verdades en las ingeniosas railleries y gasconnades de aquella
“Sátira, llena de hechos eminentemente ocultos y reales, de los que la mayoría de las
gentes, y especialmente los espiritistas, pueden figurarse”.
Un solo hecho, como ejemplo, cuya existencia actual se demuestra en el momento presente
entre los médiums, bastará para probar que tenemos razón.
Se ha dicho en otra parte que la Magia blanca difiere muy poco de las prácticas de
hechicería, excepto en los efectos y resultados, consistiendo todo en si la intención es buena
o mala. Muchas de las reglas y condiciones preliminares para entrar en sociedades de
Adeptos, ya sean del sendero Derecho o del Izquierdo, son también idénticas en muchas
cosas. Por esto dice Gabalis al autor: “Los Sabios jamás os admitirán en su sociedad si no
renunciáis desde este momento a una cosa que no puede permanecer en competencia con la
Sabiduría. Tenéis que renunciar a toda relación carnal con las mujeres” (página 27).
Esto es sine qua non para los ocultistas prácticos, ya sean rosacruces o yoguis, europeos o
asiáticos. Pero lo es también para los dugpas y tadoos, de Bután y de la india y para los
vudús y naguales, de Nueva Orleáns y de México 5; pero con una cláusula adicional, sin
embargo, en los estatutos de estos últimos. Y es ésta el tener relaciones carnales con djins,
elementales, o demonios, llámeseles como se quiera, varones o hembras 6.
“No os hago conocer ninguna otra cosa que los Principios de la antigua Kábala”, explica
Gabalis a su discípulo. Y le informa de que los elementales (que el llama elementarios), los
habitantes de los cuatro Elementos –esto es, las sílfides, ondinas, salamandras y gnomos–
,viven muchas edades, pero que sus almas no son inmortales.
“Respecto de la Eternidad… tienen finalmente que disolverse en la nada…” “Nuestros
padres los filósofos –continúa diciendo el soidisant rosacruz–, hablando a Dios cara a cara,
se quejaron a Él de la desgracia de esta gente (los elementales) y Dios, cuya Misericordia
no tiene límites, les reveló que no era imposible encontrar un remedio para este mal. Les
inspiró que del mismo modo que el hombre, por la alianza que con Dios había contraído,
había sido hecho partícipe de la Divinidad, las sílfides, los gnomos, las ninfas y las
salamandras, por la alianza que podían contraer con el hombre podían hacerse partícipes de
la inmortalidad. Así, pues, una ninfa o una sílfide se hace inmortal, y capaz de alcanzar la
dicha a que nosotros aspiramos, cuando tiene la fortuna de casarse con un sabio; un Gnomo
o un silfo cesa de ser mortal desde el momento en que se casa con una de nuestras
hijas”.Después de haber soltado este hermoso ejemplar de buen consejo sobre hechicería
práctica, el sabio termina de la siguiente manera: “¡No, no! Nuestros sabios no han
cometido nunca el error de atribuir la caída de los primeros ángeles a su amor por las
mujeres, como tampoco creen que hayan puesto a los hombres bajo el poder del Diablo…
No hubo nada criminal en todo esto. Eran silfos que trataban de hacerse inmortales. Sus
inocentes pretensiones, muy lejos de escandalizar a los filósofos, nos han parecido tan
justas, que todos nosotros, de común acuerdo, estamos resueltos a renunciar por completo a
las mujeres para entregarnos a la inmortalidad de las ninfas y sílfides (pág. 33).
Y así hacen ciertos médiums, especialmente en América y Francia, quienes se alaban de
tener por maridos o esposas a espíritus. Conocemos personalmente a tales médiums,
hombres y mujeres, y no serán los de Holanda los que negarán el hecho, dado cierto suceso
reciente entre sus colegas y correligionarios, fresco en su memoria, concerniente a algunos
que escaparon de la locura y de la muerte haciéndose teósofos. Siguiendo nuestros consejos
fue como pudieron finalmente librarse de sus consortes de ambos sexos.
¿Se nos dirá también en este caso que esto es una calumnia y una invención? Pues
entonces, que los que, como los espiritistas, estén inclinados a ver nada más que un
inocente pasatiempo en estas diarias y nocturnas relaciones con los llamados espíritus de
los muertos, se dediquen a observar. Que los que ridiculizan nuestros avisos y nuestra
doctrina, y se burlan de ella, expliquen, después de analizado desapasionadamente el
misterio y la razón de hechos tales como la existencia, en las mentes de ciertos médiums y
sensitivos, de su matrimonio real con espíritus varones y hembras. Las explicaciones de
locura y alucinación no significan nada, cuando se las pone frente a frente con los hechos
innegables de las MATERIALIZACIONES DE ESPÍRITUS. Si hay espíritus capaces de
tomar té y vino, de comer manzanas y pasteles, y de besar y palpar a los concurrentes a las
sesiones espiritistas, hechos que han sido probados, así como también la existencia de estos
mismos visitadores, ¿Por qué no habrían de ejecutar estos mismos espíritus los deberes
matrimoniales del mismo modo? ¿Y qué son estos espíritus y cuál es su naturaleza? ¿Se nos
dirá por los espiritistas, que los fantasmas de Mme. de Sévigné o de Delfina –una de cuyas
autoras nos abstenemos de nombrar por consideración a sus parientes que sobreviven– son
los espíritus reales de estas difuntas señoras; y que la última sentía una afinidad espiritual
por un médium canadiense, idiota, viejo y sucio, hasta el punto de hacerse su feliz esposa,
como él se alababa públicamente, siendo el resultado de esta unión un rebaño de hijos
espirituales engendrados con este santo espíritu? ¿Y quién es el marido astral –el consorte
7 nocturno– de una señora médium de Nueva York muy conocida, y a quien la escritora
conoce personalmente? Que el lector tome cuantos informes pueda sobre este último
desarrollo de las relaciones espirituales (?!); que piense seriamente sobre esto, y que lea
después el Conde de Gabalis, especialmente el apéndice con sus partes latinas, y entonces
quizás podrá apreciar mejor toda la gravedad de la supuesta chanza en la obra en cuestión7,
y comprender el verdadero valor que encierra la burla en ella. Entonces podrá ver
claramente la horrible relación que hay entre los faunos, sátiros e íncubos de San Jerónimo,
las sílfides y ninfas del Conde de Gabalis, los elementarios de los kabalistas, y todas las
Lillies poéticas y espirituales de la Comunidad Harris, los Napoleones astrales y otros don
Juanes que han partido y se hallan en el Summer Land (tierra de verano), o sea las
afinidades espirituales de más allá de la tumba del mundo moderno de los médiums.
A pesar de la horrible multitud de hechos, se nos dice semana tras semana en los periódicos
espiritistas, que, a lo más, no entendemos una palabra de lo que decimos. Platón (un
seudónimo por cierto muy presuntuoso para ser usado), ex–teósofo descontento, dice a los
espiritistas (véase el Light del 1º de Enero de 1889) que no solamente no hay
reencarnación, porque el espíritu astral de un difunto amigo suyo se lo dijo
(verdaderamente es un testimonio valioso y digno de confianza), sino que está probado que
toda nuestra filosofía no tiene valor por este mismo hecho. Se nos notifica que el Karma es
una necedad mayúscula. “Sin el Karma, la reencarnación no tiene razón de ser”; y puesto
que su informante astral se ha informado en el reino de su presente existencia de la teoría
de la reencarnación, y dice que no puede encontrar un solo hecho, ni siquiera el rastro de
uno, respecto de aquella verdad… este informante astral tiene que ser creído. El no puede
mentir. Pues un hombre que ha estudiado la química, tiene derecho a una opinión, y se ha
ganado el de hablar sobre sus varias teorías y hechos… especialmente si durante su vida
terrestre fue respetado y admirado por sus investigaciones en los misterios de la Naturaleza
y por su amor a la verdad8.
Es de esperar que los astrales de eminentes químicos, tales como Mr. Crookes y Buderof,
cuando desencarnen, se abstendrán de venir a menudo a hablar con los mortales; pues
habiendo estudiado la química tanto y tan bien, sus comunicaciones post mortem
adquirirían una reputación de infalibilidad tal, que quizás llegarían a perjudicar el progreso
de la humanidad y el desarrollo de sus poderes intelectuales. Pero la prueba es
suficientemente convincente, sin duda alguna, para la presente generación de espiritistas,
puesto que el nombre usado por el “director astral de un amigo”, era el de un hombre
honrado y amante de la verdad. Parece, pues, que una experiencia de más de cuarenta años
con espíritus, que dicen muchas más mentiras que verdades, y hacen mucho más daño que
bien, nada significan. Y de este modo los esposos y esposas espirituales tienen también que
ser creídos, cuando dicen que son esto o aquello. Pues como Platón (el seudónimo) con
razón arguye: “No hay progreso sin conocimiento”, y el conocimiento de la verdad que se
funda en hechos, es un progreso del grado más elevado; y si los astrales progresan, como lo
afirma este espíritu, la filosofía del Ocultismo respecto de la reencarnación, es errónea en
este punto; ¿Y cómo podemos saber que los demás puntos son correctos, puesto que no hay
pruebas de ellos? Esto es lógica y filosofía elevadas. “El fin de la Sabiduría es la consulta y
la discusión” con espíritus, debió de haber añadido Demóstenes si hubiera sabido donde
encontrarlos; pero todo esto deja sin resolver la cuestión de quiénes son estos espíritus;
pues “cuando los doctores no están de acuerdo”, tiene que haber lugar a dudas; y además
del hecho saliente de que los espíritus están divididos en sus opiniones sobre la
reencarnación, lo mismo que lo están los espiritualistas y los espiritistas, “todos los
hombres no son a propósito para ser campeones de la Verdad, ni para recoger el guante en
su causa”, según dice Sir F. Browne. Esto no significa ninguna sátira irrespetuosa para
Platón, quien quiera que él sea; no es más que un axioma. Un hombre de ciencia eminente,
el profesor W. Crookes, dio una vez una definición muy sabia de la verdad, demostrando
cuán necesario es distinguir entre la verdad y la exactitud. Una persona puede ser amante de
la verdad –dijo– esto es, puede sentirse lleno de deseo de recibir la verdad como de
enseñarla; pero a menos que esta persona tenga gran poder natural de observación, o haya
sido educada por medio de alguna clase de estudio científico en el trabajo de observar,
anotar, comparar y dar cuenta con toda exactitud y detalle, no podrá dar una relación exacta
ni digna de confianza –y ni por tanto verdadera– de sus experiencias. Sus intenciones
pueden ser sinceras; pero si tiene una chispa de entusiasmo, puede estar expuesto a
proceder a generalizaciones que sean a la vez falsas y peligrosas. En resumen: como dice
también otro eminente hombre de ciencia, Sir John Herschel: “La gran –y ciertamente
única– cualidad de la Verdad, es la de ser capaz de sufrir la prueba de la experiencia
universal, y de salir sin cambio alguno de cualquier clase de discusión sincera a que se la
sujete.”
Ahora bien; pocos son los espiritistas, si es que hay alguno, que reúnan las preciosas
cualidades requeridas por el profesor Crookes; en otras palabras, su veracidad se halla
siempre neutralizada por su entusiasmo, que los ha conducido al error durante los últimos
cuarenta años. En contestación a esto se nos dirá –y hay que confesar que con gran justicia–
que esta definición científica es un arma de doble filo;;esto es, que los teósofos están, por lo
menos, en el mismo caso que los espiritistas; que son entusiastas y, por tanto, crédulos
también. Pero en el presente caso la situación cambia. La cuestión no consiste en lo que los
espiritistas o teósofos puedan pensar sobre la naturaleza de los espíritus y su grado de
veracidad, sino lo que dice la experiencia universal requerida por Sir John Herschel. El
espiritismo es una filosofía –si lo es, lo que nosotros negamos– de ayer. El Ocultismo y la
filosofía de Oriente, ya sean verdad en absoluto o sólo relativamente, son enseñanzas que
vienen a nosotros con una antigüedad inmensa; y puesto que –tanto en los escritos y
tradiciones del Oriente, como en los numerosos fragmentos y manuscritos que nos han
dejado los teósofos neo–platónicos; en las observaciones de sabios, tales como Porfirio y
Jámblico, en las de los teósofos de la edad media, y así sucesivamente ad infinitum –puesto
que encontramos en todos éstos el mismo idéntico testimonio de la naturaleza,
extremadamente variada y a menudo peligrosa, de todos estos genios, demonios, dioses,
lares y elementarios, todos confundidos ahora en un haz bajo el nombre de espíritus, no
podemos menos que reconocer en todo esto “algo que reporta victoriosamente la prueba de
la experiencia universal, y que “resulta sin cambio” después de toda clase de observaciones
y experiencias.
Los teósofos dan tan sólo el producto de una experiencia que procede de la más remota
antigüedad; los espiritistas sostienen sus propias opiniones nacidas hace cuarenta años, y
basadas en su entusiasmo perenne y en su emocionalismo. Pero que se le pregunte a
cualquier testigo imparcial y de buena fe, que presencie los hechos de los espíritus en
América y que no sea ni teósofo ni espiritista: ¿Cuál puede ser la diferencia entre la novia
vampira de quien se dice que Apolonio de Tyana libró a un joven amigo suyo, a quien el
súcubo nocturno estaba matando lentamente, y las esposas y esposos espíritus de los
médiums? Ninguna, seguramente, sería la contestación correcta.
Aquellos que no se estremezcan ante esta horrenda resurrección de la demonología y
brujería de la edad media, pueden en todo caso comprender la razón de por qué, entre los
numerosos enemigos de la Teosofía –que desgarra el velo de los misterios del mundo de los
espíritus, y quita la máscara a los espíritus disfrazados bajo nombres eminentes–, ningunos
son tan mordaces ni tan implacables como los espiritistas de los países protestantes y los
países católico–romanos.
Monstrum horrendum informe cui lumen ademptum… es el epíteto más a propósito que
debe aplicarse a la mayoría de las Lillies y Joes del mundo de los espíritus. Pero no
queremos con esto sostener en modo alguno –no imitando a los espiritistas que están
determinados a no creer en otros espíritus que en los de los queridos difuntos– que no
existan otros espíritus que los espíritus de la Naturaleza o elementales, cascarones o
elementarios, dioses y genios de los reinos invisibles, o que no hay ningún espíritu santo ni
elevado que se comunique con los mortales; pues esto no es así. Lo que los ocultistas y
kabalistas han dicho siempre, y los teósofos repiten ahora, es que los espíritus elevados o
santos no visitan ninguna promiscua sesión espiritista ni se casan con hombres ni mujeres.
La creencia en la existencia de visitantes invisibles, aunque demasiado a menudo presentes,
de mundos mejores y peores que el nuestro, está demasiado arraigada en los corazones de
los hombres para que pueda ser arrancada tan fácilmente por la fría mano del materialismo,
ni aun de la ciencia. Los cargos de superstición acompañados del ridículo, han servido más
bien para engendrar nuevas hipocresías y disimulos sociales entre las clases educadas. Pues
hay pocos hombres, si es que hay alguno, en el fondo de cuyas almas no exista latente la
creencia en tales criaturas sobrehumanas y suprapersonales, la cual puede despertarse a la
primera oportunidad. Muchos son los hombres de ciencia que, habiendo abandonado a la
vez que los cuentos de las nodrizas, las creencias en los reyes de sílfides y reinas de hadas,
y que se ruborizarían de ser acusados de creer en brujerías, han caído, sin embargo,
víctimas de la astucia de los Josés, Catalinas y otros fantasmas y directores. Y una vez que
han cruzado el Rubicón, ya no vuelven a temer el ridículo. Estos científicos defienden tan
desesperadamente la realidad de los espíritus materializados y otros, como si fuesen una ley
matemática. Las aspiraciones del alma que parecen innatas en la naturaleza humana, y que
duermen tan sólo para despertar con mayor energía; los deseos de cruzar el límite de la
materia, que hacen que muchos escépticos se vuelvan creyentes rabiosos a la primera
apariencia de lo que para ellos es una prueba innegable; todo esto completa el fenómeno
fisiológico del temperamento humano. ¿Han encontrado nuestros modernos fisiólogos su
clave? ¿Permanecerá el veredicto non compos mentis o será “víctima del fraude y de la
psicología, etc. Cuando decimos que los incrédulos no son sino un puñado, esta afirmación
no es exagerada; pues los más escépticos no son los que más alto clamorean contra las
supersticiones degradantes, contra la locura ocultista, etc., etc. A la primera oportunidad
serán de los primeros entre los que caen y se rinden. Y cuando seriamente se cuentan los
millones siempre crecientes de espiritistas, ocultistas y místicos en Europa y América, no
hay por qué lamentarse como lo hace Carrington de la marcha de las hadas. Se han
marchado, dice el poeta: Han volado Las hermosas ficciones de nuestros padres, tejidas en
la tela de la Superstición cuando el Tiempo era joven.
Tiernamente amadas y queridas. Han volado Delante de la vara de la ciencia Afirmamos
que no han hecho semejante cosa, y que antes al contrario, son estas hadas –y mucho más
las hermosas que las horribles– las que amenazan seriamente, bajo sus nuevas máscaras y
nombres, desarmar a la ciencia y romper su vara.
La creencia en los espíritus es legítima porque le basa en la autoridad de los experimentos y
de la observación; además reivindica otra creencia considerada también como supersticiosa,
o sea el Politeísmo. Este último está basado sobre un hecho de la Naturaleza. Espíritus que
han sido tomados por dioses, han sido vistos en todas las edades por los hombres –de aquí
la creencia en muchos y varios dioses–. El monoteísmo, por otro lado, se funda en una pura
abstracción, ¿Quién ha visto a Dios? (nos referimos a aquel Dios Infinito y Omnipotente de
que hablan tanto los monoteístas). El politeísmo –una vez que el hombre reclama el
derecho de intervención divina en favor suyo– es lógico y de conformidad con las filosofías
de Oriente, todas las cuales, ya sean panteístas o deístas, proclaman la abstracción Una e
infinita, un Algo absoluto que sobrepuja totalmente a la concepción de lo infinito.
Seguramente un credo semejante es más filosófico que aquella religión cuya teología, a la
vez que por un lado proclama a Dios un Ser misterioso y hasta Incomprensible, a quien
“ningún hombre puede ver ni oír” (Éxodo XXXIII, 20), lo muestra por otro tan humano y
tan pequeño como para ocuparse de los calzones de sus escogidos 9 ¡mientras que
descuidaba el decir algo definido sobre la inmortalidad de sus almas o sobre su
supervivencia después de la muerte! Así, pues, la creencia en una hueste o huestes
espirituales que moran en varios pueblos y esferas del Universo, o sea, en realidad, en Seres
conscientes intra Kósmicos, es lógica y racional, mientras que la creencia en un Dios extra
Kósmico es un absurdo. Y si Jehovah, que eran tan celoso por sus judíos, y ordenaba que
no debían tener otro Dios que Él, fue tan generoso que otorgó Moisés a Faraón (“Mira; yo
he hecho de ti un Dios para Faraón y a Aarón… tu profeta”, Éxodo, VII, 1) como deidad
para el monarca egipcio, ¿Por qué a los paganos no se les ha de permitir que elijan sus
dioses? Una vez que creemos en la existencia de nuestros Egos, bien podremos creer en la
de los Dhyân Chohans. Pues como dice Haré: “el hombre es un ser compuesto, estando
hecho de un cuerpo espiritual y de otro carnal; los Ángeles son Espíritus puros, y por tanto,
más próximos a Dios, sólo que son creados y finitos por todos los conceptos, mientras que
Dios es infinito e increado”. Y si Dios es lo último, entonces no es un Ser sino un Principio
incorpóreo al que es una blasfemia el antropomorfizar. Los ángeles o Dhyân Chohans, son
los Vivientes; aquel Principio existente por sí mismo, la Causa eterna y compenetradora de
todas las causas es tan sólo el nóumeno abstracto del Río de Vida, cuyas olas, siempre
rodando, crean los ángeles lo mismo que los hombres; los primeros siendo sencillamente
“hombres de naturaleza superior”, como instintivamente lo observaba Young. Las masas de
la humanidad tienen, pues, razón en creer en la pluralidad de dioses; no son las naciones
cristianas menos politeístas que sus hermanos los paganos, por llamarles ahora espíritus,
ángeles o demonios.
Los veinte o treinta millones de espiritualistas o espiritistas que existen actualmente, ofician
a sus muertos con tanto celo como los chinos e indos modernos ofician a sus houen 10,
bhoots y pisachas; los paganos, sin embargo, lo hacen para tenerlos tranquilos y que no
hagan daño post mortem.
Aun cuando se dice que estos dioses son “superiores al hombre en algunos conceptos”, no
se debe decir por esto que las potencias latentes del Espíritu humano sean en modo alguno
inferiores a las de los devas. Sus facultades están más desarrolladas que las del hombre
ordinario; pero en último resultado, este desarrollo tiene un límite prescrito, lo que no
sucede con el espíritu humano. Este hecho ha sido bien simbolizado en el Mahâbhârata por
la victoria que por sí sólo obtuvo Arjuna, bajo el nombre de Nara (hombre) sobre toda la
hueste de los devas y deva –yo– nis (elementales inferiores).
También encontramos la referencia a este mismo poder del hombre en la Biblia, pues, San
Pablo dice claramente a su auditorio: “¿No sabéis que juzgaremos a los Ángeles?” (I Corin.
VI, 3), y habla del cuerpo astral del hombre, el soma psychikon, y del cuerpo espiritual,
soma pneumatikon que “no tiene carne ni huesos” pero que, sin embargo, tiene una forma
externa.
El orden de seres llamados devas –cuya variedad es tan grande que su descripción no puede
intentarse aquí– se da en algunos tratados ocultos. Hay devas superiores e inferiores,
elementales superiores y muy inferiores al hombre y aun a los animales. Pero todos éstos
han sido o serán hombres, y los primeros volverán a nacer en planetas superiores y en otros
Manvantaras. Una cosa puede, sin embargo, mencionarse. Los Pitris, o nuestros antecesores
lunares y la comunicación de los mortales con ellos, han sido varias veces mencionados por
los espiritistas como un argumento de que los indos creen efectivamente en espíritus, y que
hasta los adoran. Esto es un gran error. No son los Pitris individualmente los que hayan
podido ser consultados, sino su Sabiduría en conjunto; mostrándose esta Sabiduría, mística
y alegóricamente, en el lado luminoso de la luna.
Lo que los brahmanes invocan, no son los espíritus de los antecesores difuntos; puede
encontrarse el completo significado de este nombre en el vol. II de la Doctrina Secreta, en
donde se da la génesis del hombre. Los espíritus humanos más desarrollados y elevados
declararán siempre al dejar su vivienda de barro: nacha purarâvarti, “no volveremos”; y de
este modo se colocan fuera del alcance de ningún hombre vivo. Pero para comprender
completamente la naturaleza de los antecesores lunares y su relación con la luna, se
necesitaría la revelación de los secretos ocultos que no están destinados para el
conocimiento del público. Por tanto, no se dará más que las pocas insinuaciones siguientes:
Uno de los nombres de la luna en sánscrito es Soma, que es también el nombre, como es
bien sabido, de la bebida mística de los brahmanes, y demuestra la relación entre las dos.
Un bebedor de Soma alcanza el poder de ponerse en relación directa con el lado brillante de
la luna, tomando así inspiración de la energía intelectual concentrada de los benditos
antecesores. Esta concentración, y el ser la luna un depósito de esta energía, es el secreto
cuyo significado no puede ser revelado más allá del mero hecho de mencionar el continuo
derrame sobre la tierra de cierta influencia desde el lado brillante de la esfera.
Esto que parece una corriente (al ignorante) es de naturaleza doble: una que da vida y
sabiduría, y la otra que es letal. Aquel que puede separar la primera de la segunda, como
Kâlahansa separó la leche del agua que estaba mezclada con ella, demostrará así gran
sabiduría y tendrá su recompensa. La palabra Pitri significa, sin duda alguna, el antecesor;
pero lo que se invoca es la sabiduría lunar, esotéricamente, y no al antecesor lunar. Esta
sabiduría era la que invocaba Qutamy, el caldeo, en el Nabathean Agriculture, quien
escribió “las revelaciones de la Luna”. Pero existe el otro lado de esto.
Así como la mayoría de las ceremonias religiosas brahmánicas están relacionadas con la
luna llena, de la misma manera las siniestras ceremonias de los hechiceros tienen lugar en
la luna nueva y en su último cuarto. Del mismo modo, cuando el ser humano perdido, o
hechicero, llega a la consumación de su carrera depravada, todo el mal Karma, y la mala
inspiración cae sobre él, como un negro íncubo de iniquidad, desde “el lado oscuro de la
luna”. El hechicero, el dugpa, que ejecuta siempre sus ritos infernales en el día de la luna
nueva, cuando la influencia benévola de los Pitris está en su más bajo nivel, cristaliza parte
de la energía satánica de sus predecesores en el mal, para sus propios viles fines, mientras
que el brahmán, por otro lado, persigue un fin benévolo correspondiente con la energía que
le otorgan sus Pitris… Por tanto, éste es el verdadero espiritismo, cuyo corazón y alma han
sido tan erróneamente comprendidos por los modernos espiritistas. Cuando llegue el día de
la revelación completa, se verá que las llamadas supersticiones del brahmanismo y de los
antiguos paganos en general, eran simplemente ciencias naturales y físicas, veladas a los
Ojos profanos de las multitudes ignorantes, por temor a la profanación y al abuso, por
medio de disfraces alegóricos y simbólicos que la ciencia moderna no ha podido descubrir.
Afirmamos pues que ningún teósofo ha creído jamás en supersticiones degradantes ni ha
contribuido a propagarlas más que lo que ha podido hacerlo cualquier sociedad filosófica o
científica. La única diferencia entre los espíritus de otras sociedades, sectas o instituciones
y los nuestros, consiste en sus nombres y en los asertos dogmáticos con respecto a su
naturaleza. En aquellos a quienes los millones de espiritistas llaman los espíritus de los
muertos, y en quienes la Iglesia romana ve los demonios de Satanás, no vemos nosotros ni
lo uno ni lo otro. Los llamamos Dhyân Chohans, devas, Pitris, elementales superiores e
inferiores, y los conocemos como los dioses de los gentiles, a veces imperfectos, nunca
santos. Cada orden tiene su nombre, su sitio, sus funciones, que la Naturaleza le ha
asignado; y cada hueste es el complemento y la coronación de su propia esfera particular, lo
mismo que el hombre es el complemento y la coronación de su globo; de aquí que sean una
necesidad natural y lógica en el Kosmos.
NOTAS
1. Los Urdhwasrota, los Dioses, llamados así porque la sola vista de los alimentos tiene
para ellos el lugar de comida;“pues hay satisfacción en la sola contemplación de la
ambrosía”, dice el comentador del Vishnu Purâna.
2. Summer Land, literalmente, “tierra de verano”. Debe advertirse que estos espiritistas
son los de la escuela americana, que no creen en la reencarnación, y que su Summer
Land es un lugar situado en los alrededores de la Vía Láctea (sic), en donde los espíritus
se casan, tienen hijos, se educan, tienen Congreso, casinos, etc. Los espiritistas de la
escuela de Allan Kardec creen en la reencarnación y son algo más serios que los
primeros con sus antifilosóficos y materialistas conceptos. N. del T.
3. La obra fue publicada en París en 1670 y en 1675; fue cruelmente asesinado el autor en
su viaje a Lyon desde el Languedoc, su país natal.
4. Sub–Mundanos o los Elementarios de la Kábala; es la historia de los Espíritus, vuelta a
imprimir del texto del Abate de Villars, Physio– AstroMystic, en donde se asegura que
existen en la tierra criaturas racionales además del hombre. Robert H. Fryer. Bath,
1886.
5. Hablamos aquí de los bien conocidos antiguos estatutos de la Hechicería de los
asiáticos, así como de la demonología de Europa. La bruja tiene que renunciar a su
marido, y el brujo a sus derechos maritales sobre la esposa humana legítima, del mismo
modo que el dugpa renuncia hasta el presente todo comercio con mujeres humanas,
como lo hace también el vudú ,de Nueva Orleáns, durante el ejercicio de sus poderes.
Todos los kabalistas saben esto.
6. Los kabalistas judíos de Polonia y de Galitzia llaman en su ayuda al espíritu hembra de
nergal, cuando se dedican a alguna venganza, para que infunda poder en ellos. El
hechicero musulmán llama a un djini hembra; un koldoon ruso a una bruja muerta
(vyedma); el hechicero chino tiene una houen en su casa, bajo sus órdenes. Este
comercio se dice que proporciona poderes mágicos y una fuerza sobrenatural.
7. Sub–Mundanes, o The Elementaries of the Cabala, con un apéndice ilustrado de la obra
Demoniality o Incubi and Succubi, por el Rvdo. Padre Sinistrari de Amando. La
contestación dada (pág. 133) por un supuesto diablo a San Antonio, respecto a la
corporeidad de los íncubos y súcubos, sería ahora quizás oportuna. Habiendo
preguntado el bendito San Antonio quién era él, el pequeño enano de los bosques
contestó: “Soy un mortal y uno de los habitantes de los desiertos, a quienes los gentiles
en sus diferentes errores, adoran bajo los nombres de faunos, sátiros e íncubos”; o
espíritus de los muertos, pudo haber añadido este elemental, vehículo de algún
elementario. Esta es una narración de San jerónimo, quien creía del todo en ella, y
nosotros también, aunque con algunas variantes.
8. Los argumentos y testimonios que se presentan contra la filosofía de oriente, son muy
curiosos, Seguramente esto es una buena prueba de que los ocultistas tienen razón en
decir que la mayoría de estos espíritus no son ni siquiera espíritus mentirosos ,sino
simplemente cascarones vacíos y sin sentido, que adquieren conciencia sólo con la
ayuda de los cerebros de los asistentes y del cerebro del médium, como medio de
relación.
9. “Y tú le harás calzones de lienzo para que cubran su desnudez, que alcanzarán desde
sus lomos a sus muslos” (Éxodo XXVIII, pág. 42 y siguientes.) ¡¡Dios un mercader de
lienzos y un sastre!!
10. El houen en China es “la segunda alma, o vitalidad humana; el principio que anima a la
aparición”, según lo explican los misioneros de China; simplemente el astral .El houen,
sin embargo, es distinto del Antecesor como los bhoots lo son de los Pitris en la India.
http://mpfiles.com.ar/images2/elementales_nereidas.jpg

2 comentarios:

  1. Esta historia me gusta mucho, siempre he amado esos pequeños seres hijos de &%$# con los que más de una vez rondan por mi casa, ¡en serio! creo por eso puse la nota o como le digan aqui. mmmmmmmmm no son peligrosos o malos,solo son lentos, entienden todo de otra forma y tiene ese sentido del humor jodido, en verdad, no son tan divertidos como creen.

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  2. Excelente publicación una felicitación para el autor de este blog.

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